miércoles, 2 de octubre de 2013

CRÓNICA DE LECTURAS 58 - PORTUGUESES Y BRASILEÑOS

CRÓNICAS DE LECTURAS – 58
Portugueses y brasileños

I
Primeros contactos

Hablo de leer escritores cuya lengua materna es la portuguesa. Tendría yo unos 8 a 10 años cuando leí Los hijos del Capitán Grant de Julio Verne, y ya sé que lo que cuento no parece venir a cuento y se contradice con el título de la Crónica, pero prometo que al final de la anécdota le encontrarás el sentido. Verne siempre mete un francés entre sus héroes por razones obvias, en este caso el distraído Jacques o Santiago Paganel, Geógrafo de profesión que se suma a la filantrópica búsqueda del Capitán Grant. Parte importante de la obra acontece en América del Sur, y el personaje de marras aprende español para entenderse con los nativos de este lado del mundo: Gracias a sus buenas disposiciones hacia el poliglotismo, no desesperaba de hablar correctamente el nuevo idioma al llegar a Concepción. Sin embargo, el distraído Paganel confunde el español con el portugués y no consigue hacerse entender en Chile. Cata aquí mi primer contacto con el portugués, Paganel emplea la metodología común en su época para aprender una lengua, leer un clásico de la dicha lengua. Paganel recurre así a Os Lusíadas, de Luis de Çamoens (1524 – 1580), que el geógrafo supone escrita en castellano. Esto me produjo curiosidad por la obra en cuestión, y fue así que me enteré que existía una cosa llamada literatura en lengua portuguesa. Pero ni hablo ni leo portugués, aunque estoy más o menos familiarizado con el llamado portuñol, y leo con cierta solvencia artículos sobre Pedagogía y otros temas que se publican en revistas del medio. Pero toda mi experiencia con la literatura en lengua portuguesa es a través de sus traducciones al castellano, o a través de la pantalla.

La cabeza de puente de las telenovelas brasileñas que llegaron a nuestras tierras fue la archiconocida Isaura, la Esclava, de 1976, original del escritor romántico brasileño Bernardo Guimarães (1825 – 1884) y con guión de Gilberto Braga. La vi como la vio todo el mundo, y como a todo el mundo me sorprendió la ruptura total con la estupidez telenovelesca imperante hasta entonces. El argumento se centraba en la abolición de la esclavitud, y en comparación con las telenovelas en mi época trataba de un tema real y aún polémico. La exasperante cuadratura de las historias y cuentos de Corín Tellado y otros autores “rosa” dominaban las telenovelas, me costó años desentrañar la permanencia de esta literatura chatarra, fabricada al peso, publicada en las revistas femeninas tipo Vanidades, Buenhogar y hasta la supuestamente liberal Cosmopolitan y televisada a bajo costo. El insoportable folletín tipo “esto es lo que le gusta a la gente” precedió a las radionovelas y telenovelas, que quizá reconozcan otra fuente de su existencia en las soap-operas norteamericanas. El caso y la cosa es que la novísima telenovela brasileña destrozaba el atroz esquematismo bien pensante y reaccionario fabricado en Miami, Ciudad de México y Caracas, arrastró audiencia y se constituyó en paradigma de buena televisión. Paradigma que por supuesto no consiguió atravesar la dura piel portorriqueña-cubanoexiliada-venezolana-mexicana-peruana, que sigue produciendo lo mismo hasta hoy en día. Cosas del Orinoco, el Anáhuac y los Everglades, que ni tú no yo ni nadie entiende. En casa había un único televisor, mi abuela vivía prendida de sus telenovelas pre-TV por cable, y mi obligación de nieto engreído era verlas, entre ellas la mencionada Isaura. Para colmo, mi tío Lucho tenía gran parecido físico - bigotito incluido - con Rubens De Falco, el malo de la telenovela, lo que le produjo encontronazos de los jocosos y de los no tanto con las damas, de las que fue gran aficionado en vida. Las telenovelas brasileñas brillaban por sus guiones excepcionales y sus magníficos actores, de los que admiro particularmente a Antonio Fagundes y Andrea Montenegro. Ahora bien, quien dice buenos guiones dice buenos autores, y fue así que me encontré con la magnífica literatura en portugués. Hagamos una última atingencia antes de continuar: Ya sé que el brasileño y el portugués no solamente no son iguales sino que no se parecen, pero a mí, simple castellanohablante, me suenan parecido y tengo la suerte que se traducen igual.

Para distinguir la diferencia absoluta entre unas telenovelas y otras, véanse este primer capítulo de la Isaura:  http://www.youtube.com/watch?v=EAFKbRe8E1M

II
José María Eça de Queirós

A mí me han llegado libros de muchos modos, y a veces me he hecho cargo de libros que sus dueños por diversos motivos no podían o no querían conservar, asumiendo la tarea de conservarlos y mantenerlos vivos y vigentes. Me favorece el hecho de poseer una Biblioteca Permanente (por lo menos “permanente” hasta ahora, nadie sabe lo que el futuro nos depare), donde todo se atesora y conserva de manera más o menos adecuada, que nuestros presupuestos varían también más o menos, según el vaivén de la economía. En estas circunstancias llegaron a mis manos las Obras Completas del eminente portugués José María Eça de Queirós (1845 – 1900), en tres tomos de la editorial Aguilar, y de cuya existencia yo no tenía barrunto alguno hasta que tuve entre mis manos los dichos Tres Tomos. Revisando y revisando índices me enteré que el tal autor estaba atrás del cine y la televisión brasileñas, y cuándo posteriormente encontré en un festival de cine latinoamericano al talentoso Gael García Bernal en El Crimen del Padre Amaro, pude decir con pedantería que conocía el autor y el libro. Mentira, claro, lo leí después que supe de la película, pero qué rico suena en los ambientes intelectualones decir que se conoce un autor que nadie más conoce, y especialmente soltar al desgaire y como quien no quiere la cosa la frase que lo denota a la vez que no lo denota: Me gustó más el libro. Y así yo, que no conocía para nada a José María Eça de Queirós terminé prendado de su obra.

Escritor de polendas, de primera línea, y que sabe qué escribe, cómo escribe y para quién lo escribe, logra un estilo a mi ver impecable de puro sólido. Se le considera el puntal del realismo literario portugués, y es posible que sea el autor más editado de esa nacionalidad, Saramago debe ser el único que le haga sombra y posiblemente lo supere. Entre sus obras de ficción están, aparte de la mencionada El Crimen del Padre Amaro, otras cositas como El Primo Basilio, después Telenovela de O Globo; la obra considerada más importante, Los Maias; así como La Reliquia, El Mandarín y La ilustre casa de Ramírez. Esto y algunas cosas más en el terreno de la ficción y el relato corto, inclusive el de la Política-Ficción. Aparte mostró habilidades notables en el terreno de la Crónica Periodística (Notas Periodísticas, Ecos de París, Notas de Viaje); como en el género epistolar, tan poco explotado y tan genuinamente interesante en Eça de Queirós, pues a su través el hombre opinaba y decía pasando por un personaje confeccionado al efecto: Fradique Mendes, intelectual residente en Lisboa, que es ni más ni menos espejo del autor, aunque no tanto del ser cuanto del yo quisiera ser. Y así el buen Fradique es un dandy talentoso, un gentleman sensible, escéptico y algo paradójico: Mi intimidad con Fradique Mendes comenzó en 1880, en París, por Pascuas, precisamente la semana en que él regresó de su viaje al África Austral. Ejercicio de esquizofrenia tal vez, que tal vez todos queremos alguna vez ser otro, superar así nuestros límites, al modo de esa extraña y nostálgicamente agresiva canción de Joaquín Sabina sobre los hombres que nunca seré … .

He encontrado la obra completa de Eça de Queirós … en portugués, en varias páginas web, lo que testimonia la importancia que se le atribuye. Paso el link de El Crimen del Padre Amaro: http://www.medellindigital.gov.co/Mediateca/repositorio%20de%20recursos/Eca%20De%20Queiroz,%20Jos%C3%A9%20Mar%C3%ADa%20(1845%20%E2%80%93%201900)/De%20Queiroz_Jose%20Maria%20Eca-El%20Crimen%20Del%20Padre%20Amaro.pdf

III
Otros autores en portugués: Vasconcelos, Da Cunha, Vicente, Amado

Hay en el Brasil cuando menos un clásico para adolescentes e incluso para niños que ha hecho fortuna en el mundo de habla castellana: Mi planta de Naranja Lima; de José Mauro de Vasconcelos (1920 – 1984), bello y lúcido relato sobre la percepción de la pobreza por un niño y como por su través se madura tan precoz como innecesariamente. Combinando la inocencia infantil con la lucidez realista del sueño, consigue Vasconcelos pintarnos un cuadro de la niñez que no carece de patetismos, pero que se equilibra al ser visto a través de los ojos de un niño que no es de ficción. Brasil ofrece también una belleza de creatividad adulta, de humor para mayores y de profundo y jocundo conocimiento del mundo, la magnífica Doña Flor y sus Dos Maridos, de Don Jorge Amado (1912 – 2001), gran literato y enorme escritor, que escapa ampliamente del territorio marcado por su lengua originaria por el mérito propio de ser universal precisamente al ser localista, no por exigencias o estandarizaciones de los best-seller, si no porque le da la real gana. Y en eso se parece mucho tanto a Eça de Queirós como a Vasconcelos. ¿Será una característica de la literatura en lengua portuguesa, el tratar de escaparse con donaire de sus provinciales límites de lengua romance prima hermana pobre del poderoso vecino castellano? ¿O será simplemente fruto de mi ignorancia, porque los libros que me han llegado son precisamente aquellos que superaron los límites nacionales y se universalizaron? Que lo explique aquel que sepa, que mi situación aquí en el Perú, vecino pobre del inmenso Brasil y de su cultura, sus telenovelas y películas, su literatura y cultura, tal vez se equipare a la del pequeño y dependiente Portugal con respecto a España – e incluso a Gran Bretaña, que hay vecindades marítimas también.   

Y oiga usted, ¿no era que habíamos empezado con Luis de Çamoens y Os Lusíadas? Pues sí, y diré para mi eterna vergüenza que aún no la he leído, disuadido por el género épico y por el verso antiguo. Está en mi lista de lecturas pendientes, claro, pero la verdad no sé, y ahí lo dejo. Pero sí leí eventualmente a Gil Vicente (1465 – 1536), autor bilingüe de obras teatrales y parte del Siglo de Oro español. Parece que por entonces la lengua portuguesa aún no se había autonomizado del todo de la española, pero creo que también ocurría eso con la italiana, no por nada en estas épocas es que las formas literarias de las unas influyen sobre las otras a mansalva. Ahora corremos a todo meter desde el Siglo de Oro hacia el siglo XX, y a través de Mario Vargas Llosa y el que para mí es su mejor libro: La Guerra del Fin del Mundo es que conocí y eventualmente me atreví a leer el Os sertôes (Los Sertones) de Euclides Da Cunha (1866 – 1909), materia prima para que Vargas Llosa se despachara con la novela. No sé decir cuál sea mejor, son dos cosas diferentes: Da Cunha estuvo físicamente en Canudos de corresponsal de guerra, Vargas Llosa lo muestra en un personaje reflectante de que Os sertôes no es novela, sino un intento de testimonio sociológico objetivo y crítico, pero asimismo de desconcierto de un hombre que trata de emplear sus magros instrumentos intelectuales y emocionales para explicarse la hecatombe, que intenta la asepsia del científico social, esa es su validez y ese su valor: Así fue que en poco tiempo, la población constituida por los más dispares elementos, desde el creyente fervoroso que abandonaba las comodidades de la vida en otros lugares, hasta el bandido suelto que llegaba con su carabina al hombro en busca de campo nuevo para sus hazañas, se convirtió en una comunidad homogénea y uniforme, masa inconsciente y bruta, que crecía sin desarrollarse, sin órganos y sin funciones específicas, sólo por la yuxtaposición mecánica de las sucesivas levas, a la manera de un grupo de pólipos humanos. Y así La Guerra del Fin del Mundo es a veces más la Novela de Euclides Da Cunha que la de Canudos. Aquí está en buen castellano, y la Biblioteca Ayacucho te dejará bajarla sin remordimientos: http://www.bibliotecayacucho.gob.ve/fba/index.php?id=97&backPID=96&tt_products=79

IV
Otros autores en portugués: Pessoa y Saramago

José Saramago (1922 – 2010) casi no me parece autor portugués, aunque estoy razonablemente seguro que escribe originalmente en dicha lengua. Tal vez sea por el hecho de ser yo mismo castellano hablante y encontrarme con la sensación de que el registro en que Saramago se expresa bien pudiera ser el de cualquier autor español estandarizado. Me parece un autor producido por la globalización, de lenguaje y temas globalizados, cuyas estrategias de traducción a otras lenguas están tan estandarizadas, que podría ser británico o libanés, y por lo tanto y en cierto modo lo encontramos demasiado parecido a otros best-sellers, y demasiado parecido a sí mismo, aunque este es un mal que seguramente atormenta a más gente de la que parece. Tal vez sea solamente un espejismo por el que me dejo sorprender. En todo caso, y a diferencia de Eça de Queirós y Da Cunha y Amado, si Saramago consigue que yo me pregunte eso, pues algún tipo de validez habrá que acordarle, no solamente por el hecho incontrovertible de que sus argumentos son inverosímilmente originales e imaginativos, o que se preste con notable facilidad a ser convertido en guión y filmado, cosas que hablan de ciertos merecimientos que, no sé, me parecen algo exteriores a lo propiamente literario. No trato de desmerecerle, claro, solamente que la sensación que me produce es exactamente la inversa de la que me produce otro gran literato, Milan Kundera. No se puede acusar a ninguno de ellos de parecerse al otro. Por otra parte, aunque no me pueda librar de la sensación de que ya leí lo nuevo que publica, el ser Premio Nobel es algo que está más allá de mí y que determina que le rinda el homenaje correspondiente de leer sus libros, especialmente el Ensayo sobre la ceguera y El evangelio según Jesucristo (cuyo link les dejo acá: http://eruizf.com/masonico/anexo/apocrifos/apocrifos_el_evangelio_segun_jesucristo.pdf). En el terreno de la narrativa, es posible que haya más autores en portugués que haya leído, pero no lo sé, en estas épocas de estándares y fast-books a veces no es fácil enterarse.

Fernando Pessoa (1888- 1935) comparte con Çamoens el título de Poeta nacional de Portugal. Sorprende  de él lo sumamente moderno que nos suena a nuestros oídos acostumbrados a la poesía moderna e incluso a la postmoderna, no parece sino que en verdad cuando expresa su portuguesa saudade es un adelantado a su tiempo. Juzguémosle por nosotros mismos, si bien por interpósita traducción castellana, de su propio mérito al evocar el pasado en Lluvia Oblicua: La misa es un automóvil que pasa / a través de los fieles arrodillándose en que hoy es día triste … / Súbito viento sacude en esplendor mayor / la fiesta en la catedral, y todo lo absorbe el ruido de la lluvia / hasta que no se oye más que la voz del padre agua perdiéndose a lo lejos / con el sonido de ruedas de automóvil … . //  Y se apagan las luces de la iglesia / en la lluvia que cesa. Y podemos continuar con Todo el teatro es un muro blanco de música / por dónde un perro verde corre en pos de mi saudade /  por la infancia, caballo azul con un jockey amarillo … / Y va de un lado a otro, de derecha a izquierda, / a donde hay árboles, y entre las ramas cercanas a la copa / tocan orquestas, / a donde hay filas de balones en la tienda a la que fui a comprar el mío / y entre las memorias e mi infancia el tendero sonríe …  Quizá ese sonido y sensación tan particular que crea su poesía, que en castellano se conserva muy bien del portugués, esté en que habiendo vivido y madurado en Sudáfrica, hablaba, escribía y pensaba en inglés. Tratemos de encontrarle acá, en la casi filosófica reflexión consciente y consistente sobre el propio ser: Si después de yo morir quisieran escribir mi biografía / no hay nada más sencillo. / Tiene sólo dos fechas / la de mi nacimiento y la de mi muerte. / Entre una y otra todos los días son míos. No me gusta decir mucho de los poetas, excepto que me gustan, prefiero que hablen ellos, acá os los dejo: http://noticias.universia.pt/translate/pt-es/destaque/noticia/2012/02/24/913640/10-obras-fernando-pessoa-descarregar-gratuitamente.html

V
Colofón


El portugués es una lengua curiosa. Diferente del castellano en que me expreso y en cuyo interior vivo, sin embargo es lo suficientemente cercana para que sus expresiones y contenidos y su visión del mundo tenga muchísimo en común con nosotros. El portuñol y el espagués son realidades, considerando la cercanía de nuestro vecino Brasil, y el peso específico de la cultura portuguesa en la península ibérica. Tendría que preguntarle a mi amigo Diego, residente en Portugal, para saber más de diferencias y semejanzas. Mientras pienso en ello, lee lo que quieras, pero trata primero con Eça de Queirós

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